domingo, 14 de julio de 2013

La historia de cómo kilo a kilo México se volvió líder en obesidad

 

El mayor consumo de alimentos calóricos, la reducción de precios de esos productos y la inseguridad son algunos de los factores
Por Antimio Cruz
Viernes, 12 de julio de 2013
 
(CNNMéxico) — Según un reporte recientemente publicado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), México es el país con mayor porcentaje de población obesa en el mundo.
Según los datos del informe, que son de 2008, la prevalencia de obesidad en adultos alcanzó de 32.8%, superando por primera vez a Estados Unidos, que según el mismo informe, registró 31.8%.
Sin embargo, hay 19 países en el mundo que tienen un porcentaje mayor de obesidad en el mundo. Los primeros tres lugares están en Oceanía: Nauru, con 71.1%; las Islas Cook, con 64.1% y Tonga con 59.6%. Y otros que lo superan son, por ejemplo: Kuwait, Arabia Saudita, Bahamas, Belice y Sudáfrica.
Entonces, ¿por qué México es ahora considerado el país 'más gordo'? Porque tiene el mayor índice de obesidad de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
¿Cuánto tiempo le llevó a México engordar tanto y por qué sucedió? Investigadores en nutrición y salud pública afirman que es el resultado de una transición epidemiológica que empezó hace 30 años.
Los especialistas explican que es producto de la combinación de varios factores: mayor consumo de alimentos con alta concentración calórica; la reducción de precios en este tipo de alimentos; la disminución en la actividad física; la inseguridad para desarrollar actividades en espacios públicos y un estilo de vida que disminuye el tiempo dedicado para elaborar alimentos.
Además, se analiza la posible predisposición genética de los mexicanos a metabolizar de manera diferente las grasas y azúcares.
En México, las encuestas nacionales de nutrición elaboradas por la Secretaría de Salud comenzaron a realizarse en 1988, pero los datos sobre obesidad en adultos se desglosaron desde el 2000. A partir de entonces, la obesidad en adultos pasó de 23.5% en el 2000, a 30.2% en 2006.
Estadísticamente, México puede presumir que el problema de obesidad se frenó y disminuyó en los últimos cuatro años, ubicando la prevalencia promedio de en adultos en 32.4%, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012.
30 años de concentración calórica
Las cifras son apenas la parte visible de un proceso que comenzó hace varias décadas, explica la nutrióloga Cecilia García Schinkel, directora en México del International Life Science Institute (ILSI), asociación especializada en salud pública y fundada en Estados Unidos en 1978.
“Hemos vivido una transición epidemiológica en los últimos 30 años. Todavía no derrotábamos a la desnutrición, cuando comenzó a multiplicarse la obesidad, que ya es considerada una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria.
“No hay que sobresimplificar la explicación de esta epidemia. Por un lado tiene que ver con el individuo, su genética, gustos y costumbres; tiene que ver también con la organización de la familia y la ciudad en la que vive; con la disponibilidad de alimentos, el precio y la facilidad para prepararlos; con la seguridad pública y la posibilidad de hacer ejercicio en espacios abiertos, y también con las políticas públicas y la normatividad hacia las empresas. Todo esto tardó décadas en configurarse”, dice la directora ejecutiva del ILSI en México.
México es el principal consumidor mundial de refrescos y otras bebidas azucaradas, con un promedio de 163 litros por persona al año, según la Universidad de Yale y la organización no gubernamental Oxfam.
En relación con la disponibilidad de alimentos saludables, el informe de la FAO explica que tanto las procesadoras de alimentos como los supermercados están creciendo rápidamente en muchos países en desarrollo. Estas tiendas modernas reemplazan a los medios tradicionales y aumentan la disponibilidad de alimentos procesados y empacados, lo cual puede contribuir a los problemas de obesidad y sobrepeso.
La compra de alimentos procesados, que según la FAO "frecuentemente son altos en azúcar, grasas y sal y pobres en micronutrientes importantes" se realiza en México el 50% en los mercados tradicionales y el 50% en los supermercados.
En contraste, aproximadamente el 73% de las frutas y verduras que se consumen son compradas en las tiendas tradicionales, como tianguis y mercados populares techados.
En otros países como Nicaragua, Tailandia y Turquía, donde se aplicó el mismo estudio de cuota de mercado, fueron consistentes los resultados de que las frutas y verduras son adquiridas mayormente en mercados tradicionales.
El informe indica que las ventas de alimentos procesados han aumentado en todo el mundo y es más fácil adquirirlos ya que "mucho de este crecimiento es impulsado por los fabricantes de alimentos modernos que venden productos en los mercados tradicionales en áreas urbanas y rurales".
García explica que todavía no hay estudios concluyentes sobre la aparente predisposición genética de los mexicanos para desarrollar obesidad, aunque existen grupos sólidos de investigación que estudian la interacción entre los nutrimentos y los genes de la población indígena y mestiza en México, como el encabezado por los doctores Armando Tovar y Nimbe Torres.
“Hoy sabemos que una dieta alta en grasas o en carbohidratos hace que nuestros genes se expresen de manera diferente hacia distintas enfermedades", dice García. También hay estudios en epigenética que nos informan que cuando la madre o la abuela tuvieron desnutrición, sus hijos y nietos tienen mayor probabilidad a ciertas condiciones, entre las que están el sobrepeso y la obesidad.
"Son áreas de investigación nuevas pero hay señalamientos de que la composición genética de los latinos podría hacernos más suceptibles al sobrepeso, aunque todavía no tenemos evidencia definitiva”, indica García Schinkel.
Carga financiera
La obesidad en México implica un grave problema de salud pública pero también presupuestario. En el libro Obesidad en México: recomendaciones para una política de Estado se calcula que para el año 2017 los problemas de obesidad costarán a México entre 70,000 y 101,000 millones de pesos (de 5.4 a 7.7 billones de dólares).
Durante la presentación de ese libro, el doctor Juan Ángel Rivera Dommarco, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), indicó que en México se fue construyendo paulatinamente un ambiente “obesigénico” que estimula el consumo de alimentos con alta concentración calórica: productos con harinas y grasas saturadas, bebidas endulzantes y vida sedentaria, entre otros factoes.
“Hasta hace unos años, se pensaba que el problema de la obesidad era únicamente responsabilidad de los individuos y que la única función de las autoridades era dar educación y motivación para comer saludablemente, pero la observación y los estudios indican que un ambiente promotor de la obesidad interfiere con la adopción de comportamientos saludables”, dijo Rivera.
Según la Unidad de Análisis Económico de la Secretaría de Salud, en el 2008 se destinaron 67,000 millones de pesos (5.1 billones de dólares) para atender asuntos de salud vinculados con el sobrepeso, como la diabetes, problemas cardiovasculares, hipertensión, problemas renales y de hígado.

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