viernes, 12 de marzo de 2010

Editorial EL UNIVERSAL

Dos narcos para bailar un tango
12 de marzo de 2010

Cualquier especialista en crimen organizado diría lo mismo: siempre se necesitan dos para bailar tango. Detrás de cada criminal hay un funcionario público que lo protege, de ahí que una lucha genuina contra la delincuencia pase necesariamente por la persecución no sólo de los criminales, sino de las autoridades cómplices.

Estados Unidos acaba de admitir esta simbiosis delictiva. Thomas Frost, inspector general del Departamento de Seguridad Interna de aquel país, dijo que sólo en 2009 se iniciaron 839 acusaciones contra agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza por su presunta vinculación con los cárteles mexicanos. La División de Investigaciones Penales del FBI reporta en el mismo año más de 100 detenciones de funcionarios y cerca de 130 policías estatales y federales procesados por crímenes cometidos en la frontera con México.

En cambio en México las autoridades no nos han dicho dónde están los detenidos, los servidores públicos corruptos, los policías coludidos, los gobernantes solapadores. Las campañas publicitarias del Ejecutivo nos bombardean todos los días con imágenes de presuntos narcotraficantes, sicarios y vendedores, sin que conozcamos esfuerzos de similar magnitud en la otra cara del problema: la confabulación oficial.

Algunos policías han sido detenidos luego de los operativos contra los grandes capos, pero no hemos visto los arrestos contra servidores públicos de mayor jerarquía en la administración pública, los únicos con el poder de conseguir que un cártel forme en una ciudad su base de operaciones.

El antecedente resultó desinflado y localizado en un solo estado. El golpe a varios funcionarios y alcaldes de Michoacán acusados de narcos. Al final la PGR fue incapaz de probar los nexos en los casos más sonados.

Algunos funcionarios del gobierno de EU admitieron lo que un reportaje de EL UNIVERSAL publicó el 19 de octubre del año pasado: que los cárteles están cooptando a las autoridades de la frontera en ese país.

Ahora el gobierno desde su Departamento de Estado, admite un diagnóstico que amplía esta evidencia y, por lo menos anuncia que está tomando cartas en el asunto. ¿Y nosotros? ¿Qué hacemos con la pareja

Cuando menos los vecinos ya tienen un diagnóstico detallado del problema, ¿y nosotros?

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