jueves, 19 de noviembre de 2009

Rigoberto Perezcano presenta su película Norteado en el festival de Salónica, Grecia

“Tocar un lugar común exige caminos distintos para contar la historia”

Es una cinta diferente, con sentido del humor, que da un halo de esperanza, señala el realizador en entrevista
Con gran acogida, la proyectan en la sección de competencia internacional

Juan José Olivares
Enviado
Periódico La JornadaJueves 19 de noviembre de 2009, p. 7

Salónica, 18 de noviembre. Mientras la riqueza en México no sea bien repartida o se relegue a los indígenas, habrá migración, por todos es sabido. Cuando se toca el tema, de lugar común, “hay que buscar caminos diferentes para contar sus historias”, dijo Rigoberto Perezcano, quien se encuentra en el Festival Internacional de Cine de Salónica para presentar, con gran acogida (en el Olympion, principal cine del encuentro), en la sección de competencia internacional, su Norteado, “una cinta diferente, con sentido del humor que da un halo de esperanza”.
Norteado, parte de la programación de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, ha pasado con éxito por una docena de encuentros internacionales, incluido el de Toronto y San Sebastián, en el que fue elegida entre 63 cintas de diversas latitudes que se disputaban el apoyo que otorga la sección Cine en Construcción para posproducción. Y se proyectará, se espera que por más de la fatídica semana que la dejan las cadenas comerciales, alrededor de marzo del año próximo, distribuida por Mantarraya.
“Aceptar hacer una cinta de migración es muy difícil. Como director de opera prima siempre se quiere el tema más exótico, más original posible, pero te das cuenta de que todo está hecho. No obstante, el reto más importante era tratar el tema de manera respetuosa, que tuviera un sentido de responsabilidad, pero que fuera diferente e irónica. El resultado es una película que deja un buen sabor de boca”, aseguró en entrevista el realizador Perezcano, autor del documental XV en Zaachila.
Doce festivales es una gran ventana para su distribución, para que la gente sepa que existe, pero lo más interesante es que se haga la publicidad de boca a boca, la mejor, comentó Perezcano.
El realizador dijo que con el ruido que ha hecho la película “me he liberado de la preocupación –que existe entre la posproducción– de que se exhiba”. De hecho, “tiene buena estrella desde que ganó en San Sebastián. A partir de ese momento comenzó a sonar aún sin estar terminada. Ahora esperamos que el boca a boca sea la mejor distribución”.
Otro de los valores del largometraje, en opinión de Rigoberto –quien prepara otro filme de nombre Carmín tropical (que tiene que ver con la energética, bizarra y fuera de género ciudad de Juchitán, Oaxaca–, es “que la gente sabe que sigue siendo un drama, pero tocado de otra manera”. Por eso, esperanza es la palabra y concepto que evoca la cinta, cuya trama es sobre los intentos fallidos de un hombre por cruzar al otro lado y la incertidumbre de cómo hacerlo.
El director sabe que su película pudo ser un documental. “Mi afición y primera herramienta es el documental, que me enseñó a ver esas particularidades que tienen los seres humanos, algo que quería trasmitir a los actores, como ver esos detalles, dudas, parpadeos, que puedan tener durante el rodaje, como por ejemplo que bajen la cabeza, que se queden callados, pensar lo que dirán... esos márgenes de error que le dieron un toque de docudrama.
“Mi intención desde el principio fue trabajar con actores no profesionales y quienes sí lo eran. Pero lo que más me importaba era que por medio de la cámara se vieran reflejados seres humanos.”
Mil disfraces
Un detalle interesante que destaca Perezcano es que mientras hacía la rescritura del guión investigó “las mil maneras en que los migrantes se disfrazan para intentar pasar la frontera con Estados Unidos: desde los que lo hacen por las playas de Tijuana como surfeadores, los que se convierten en tableros de coches o piñatas… hay muchas formas. El hambre agudiza los sentidos, y ya no son seres humanos cuando pasan, se convierten en otra cosa, y eso es representativo”.
Para el norteado, o sea, el protagonista Harold Torres, la migración “nunca dejará de ser tema inherente a los mexicanos; dependemos muchos de ellos, económicamente”.
Harold convivió con muchas personas involucradas en migración. Incluso, varios parientes suyos del estado de México son migrantes. A partir de ahí y de su convivencia con los detenidos en un albergue en la frontera supo la realidad que viven esas personas, quienes le dieron indicaciones “por dónde cruzar” si es que era detenido. “Busqué prepararme para el personaje de manera especial. Supe que ser migrante tiene un sabor agridulce. No quería verme como buen actor, sin hacer algo lineal, sino dar la espalda, parpadear, como cualquier persona, de forma que pareciera un documental”, el cual terminó por ser una gran historia con claras referencias, como de Espaldas mojadas, de Alejandro Galindo, y Escuela de vagabundos, de Ismael Rodríguez, aceptó el realizador.

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