viernes, 21 de agosto de 2009

Leonard Cohen lleva la reventa a Cap Roig

Unas 2.000 personas siguieron ayer la actuación del artista canadiense

REBECA CARRANCO - Calella de Palafrugell - 16/08/2009/El País


El joven llega tarde, nervioso, se acerca a la taquilla y pregunta en un español bastante aceptable: "¿Hay reventa?". "Un hombre por allí arriba...", le responden las jóvenes de detrás del mostrador. A diferencia de en el resto de sus conciertos en España, ayer Leonard Cohen arrasó en el festival de los jardines de Cap Roig, en Calella de Palafrugell. Las entradas se habían agotado a las cuatro horas de ponerse a la venta. Y hubo reventa, según aseguraron tanto las taquilleras como el personal de la carpa VIP, aunque una persona de la organización del festival lo desmintió.

Más de 2.000 personas vieron salir al enjuto músico canadiense -74 años, cumplirá 75 el 21 de septiembre, día de su concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona- casi como un reloj. Enfundado en su traje negro, a las diez y cuatro minutos entró pausadamente en el escenario, se arrodilló y entonó su Dance me to the end of love. Montserrat tenía los ojos como piruletas escuchando a su ídolo. Ella, junto a su marido Josep, había reservado un fin de semana en Calella para ver a Cohen. Además, contaba feliz, "hoy cumplo 50 años". "Pero no de casados, es su cumpleaños", bromeaba Josep.

Durante tres horas la garganta profunda de Cohen resonó en los jardines de la Costa Brava mezclada con olor a hierba. Sea por deudas, sea por una mala inversión o por una mala amiga que huyó con el dinero de su jubilación, los resistentes agradecieron ayer que el artista canadiense se haya subido de nuevo a los escenarios. El respetable aplaudió hasta doler. Entre ellos se contaban también compañeros de profesión como Manolo García o Antonio Carmona.

Marc, de Llançà, miraba también a su artista preferido. "Y tengo 32 años", alardeaba para romper el tópico de que Cohen es para otra generación. "Estoy feliz", decía escueto y deseoso de dejar de hablar para seguir escuchando al músico y a sus tres coristas. Hasta un poco de brisa se levantó de repente. Todo parecía pensado para que la noche fuera perfecta. Montserrat no daba crédito. Su mejor cumpleaños.

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