lunes, 14 de enero de 2008

Humberto Moreira, accionistas de LALA, panistas, priístas, ex maoístas; todos quieren manipular al Ejido Batopilas

Comunidad colectiva ejemplo de producción; bocado de oportunistas



Juan Monrreal López
Enero 14 de 2008


Ejido Colectivo Batopilas, Municipio de Francisco I. Madero Coahuila.- En medio de disputas oportunistas de políticos y empresarios, el proyecto económico del Ejido Colectivo Batopilas, se encuentra amenazado como alternativa de producción y vida social.

Continuas intervenciones de personajes panistas, así como priístas del gobierno de Coahuila, sumados a empresarios lecheros de LALA, promueven la división al interior de las asambleas ejidales, como consecuencia de la libre participación electoral de esta colectividad, fundida a fructífero ejemplo de productividad rural.

Este forma de producción campesina, enfocada al manejo agropecuario de condición autónoma, - por tomar las decisiones productivas al interior de las asambleas -, se encuentra en el corazón de una zona devastada por el rentismo de tierras y aguas, hoy acaparadas por los llamados pequeños propietarios, asociados especialmente al consorcio LALA.

Los embates a este pequeño oasis de libertad para obtener sustento, proceden de diversos frentes, como ya se dijo.

Destacan las acometidas de antiguos militantes de oposición maoísta, como el ex diputado local priísta por Tamaulipas, Hugo Andrés Araujo de la Torre, quien machaca en usar esta organización social como marco político para apoyar las aspiraciones del gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, quien busca la pre candidatura priísta o del partido de Elba Esther Gordillo, Nueva Alianza (PANAL), hacia la presidencia de la República.

También sobresale la forma “inusitada”, que el presidente del PRI estatal, Rubén Moreira Valdés, pegado al Subsecretario de gobierno para la Laguna, el ex maoísta, Jesús Salvador Hernández Vélez, - con larga historia de oportunismo y triquiñuelas documentadas desde que abrazó la causa del priísmo -, presidente de la Fundación Colosio en la Comarca Lagunera de Coahuila; se encuentran induciendo la fragmentación en esta comunidad, utilizando el poder del gobierno del estado; sobre todo ahora que la administración estatal entregó financiamiento económico por alrededor de 2 millones de pesos para el establo de ordeña, y otros proyectos; todos pertenencia colectiva de los campesinos.

Tan apetecible resulta ahora el próspero Ejido Batopilas, - de acuerdo al mundo campesino, claro está -, que empresarios del Consejo de administración de LALA, han corrido la voz de comprar esta unidad rural por la suma de hasta 40 millones de pesos.

En esta realidad se encuentran el presidente del Consejo de administración de la empresa lechera LALA, Eduardo “Lalo” Tricio, pero especialmente Carlos Valdés Berlanga, la familia Armendáriz, la firma lechera Bell, según testimonian campesinos del lugar.

Carlos Valdés Berlanga, al igual que su hermano, Mario, son de los principales compradores de tierra y derechos de agua de los campesinos de este ayuntamiento. Un ejemplo, El Ejido Monterrey.

Y es que Batopilas, junto con los labradores de los ejidos Las Vegas, El Fresno y El Cuije, representan la esperanza viva de que si es posible construir aparatos de producción campesina rentables, es decir, empresas sociales que afirmen su pervivencia como clase; como sector fértil en un agro arruinado por las políticas agropecuarias nacionales, cuya voracidad en este municipio se retrata mediante el acaparamiento de más del 70 por ciento de los derechos de agua, antes propiedad de los agricultores sociales, y por ahora, en manos de los llamados pequeños propietarios.

Pero además, estos sistemas agronómicos comunitarios han mostrado ser menos agresivos con el medio ambiente aprovechando al máximo el acuífero de la Laguna, por cierto, crecidamente en crisis.

Por si fuera poco, Batopilas, Las Vegas, El Fresno y El Cuije, generan alrededor de 50 empleos por noria; promedio muy arriba de los que establecen las pequeñas propiedades; apenas 5 empleos por pozo profundo, según datos arrojados en la semana de agronomía organizada en la Laguna.

Aun mejor, del trabajo de estas cuatro unidades campesinas viven alrededor de 4 mil 500 personas.

En el caso del Ejido Colectivo Batopilas, las participaciones por pertenecer a la sociedad ejidal, sumadas a las faenas, alcanzan para que cada labriego obtenga percepciones de mil 300 pesos semanales, salarios muy superiores a los pagados en la región.

El asunto es que, desde su fundación en 1976, alrededor del Ejido Colectivo Batopilas, se han tejido numerosas historias. Muchas inexactas, otras de plano falaces.

Patrañas tan tramposas como la intervención de Carlos Salinas de Gortari, en la toma de tierras de esta antigua pequeña propiedad vitivinícola, hecho que nunca aconteció, como lo ratifican distintos entrevistados.

Las engañifas han corrido en mucho, porque diversos periodistas otorgaron mayor importancia a lo que narraron personajes envueltos con los niveles de poder ajenos a esta colectividad, como el susodicho diputado local tamaulipeco, Hugo Andrés Araujo.

A decir de estos líderes cercanos a diferentas organizaciones autónomas, algunos activistas blufearon de la “protección que mantenían de personajes encumbrados en la política del gobierno federal, para tratar de parar la represión”, pero otros, como los Salinas, junto con su familia, - cómoda e incómoda -, se apropiaron de este hecho, para untar barniz popular a sus carreras burocráticas. Tan es así, que si se examinaran los libros contables del ejido, los soportes del salinismo, o los alardeados por Hugo Andrés Araujo, desde la dirección nacional de la Confederación Nacional Campesina (CNC), fueron magros, afirman categóricos.

Tan esmirriados fueron estos “apoyos”, que Batopilas sólo recibió un crédito por 948 mil 456 pesos, durante el mandato de Salinas de Gortari; préstamo que se liquidó con todos sus intereses.

El caso es que como antaño, las versiones de los campesinos del lugar nunca aparecen en los medios, tal como ocurrió con la reunión sostenida entre Humberto Moreira Valdés y Carlos Salinas, ahora que el ex presidente fue rescatado del ostracismo político.

Así pasó con el encuentro del 25 de noviembre de 2007, cuando en farsa montada, Carlos Salinas, recibió el reconocimiento oficial del mandatario estatal, al entregarle las llaves del estado bajo una carpa izada en los yermos de este ejido.

De hecho, los relatos de los lugareños que lucharon desde el primer día, - cuando en la clandestinidad comenzaron a organizarse para pelear los salarios caídos que el antiguo dueño, Manuel Suárez, escamoteó durante meses -, son letra invisible en periódicos; imágenes ausentes en la televisión; tanto como voces calladas en la radio. Una especie de conspiración del silencio de los medios.

Basta ver las referencias de aquel encuentro, difundidas en los medios coahuilenses.Ni que decir de los escritos de los corresponsales de diarios y revistas de la capital del país para darse cuenta que la nota informativa se trabajó con apego al boletín oficial maquilado desde las oficinas de Comunicación social del gobierno del estado.

Todas las reseñas, estuvieron construidas de manera casi idéntica, afirmando haber vivido el evento sin estar presentes.

Se difundieron pues, los intereses de los grupos de poder allí reunidos, más no los intereses comunitarios.


El proyecto económico del Ejido Colectivo Batopilas

Los más de 30 años de lucha de Batopilas, no han sido noticia. Las únicas crónicas de este colectivo se han fundado a partir de la represión sufrida en la época que el extravagante ex gobernador de Coahuila, Oscar Flores Tapia, hizo presa de la violencia a esta comunidad.

También en las ocasiones en que Carlos Salinas de Gortari, vino al ejido siendo presidente, fintando que iba a pernoctar en la localidad. Lance que nunca pasó. Como tampoco, el “maravilloso mundo feliz” que dijo tenía destinado a este proyecto productivo mientras el fuera mandatario.

Con 30 años de brega, con encuentros y diferencias entre ellos mismos, los labriegos han construido ininterrumpidamente una unidad productiva capaz de generarles los mínimos indispensables para subsistir, a la vez que contribuyen con el entorno ecológico.

Puede ser, que en términos de relación con los poderes constitucionales o con aquellos activistas que en su momento se integraron a este ideal no sea el adecuado, según algunas escuelas ideológicas, pero el asunto es que con tumbos; sin caer; la productividad colectiva de Batopilas, está convertida en ejemplo de asociación rentable, a la vez que conciliador con el uso de los recursos naturales, principalmente el agua.

Por ahora, la producción lechera de Batopilas se encuentra por encima de 8 mil litros diarios, luego que por decisiones burocráticas se les impuso un paquete de alimentos vacunos diferente al que se venía aplicando, lo que hizo que la producción redujera en más de mil litros por jornada. Aun así, los batopileños, se han dado idea para construir en el establo de ordeña un “proceso de excretas con biodigestor orgánico para generar su propia energía eléctrica”, que se consume en las casas, además de emplearse en la producción; constituyendo transformación única en la Laguna.

Éstos son algunos avances en la arquitectura de un modelo soberano de producción campesina, al margen de cualquier interpretación política, uso oportunista del icono de esta comunidad o los deseos utilitarios de ex activistas ligados al priísmo, como los aludidos Hugo Andrés Araujo de la Torre y Jesús Salvador Hernández Vélez. Del mismo modo, no escapan los desplantes del propio Humberto Moreira Valdés, junto a los de su hermano Rubén Moreira, insolencias encaminadas a pregonar sus aspiraciones presidenciales.

Batopilas, Las Vegas, El Fresno y El Cuije, son ejemplos vivos de que la asociación campesina reditúa.

El Ejido Colectivo Batopilas, es socialmente importante por donde quiera verse; inclusive más allá de sus linderos ejidales. Por todo, es obligación apoyar este proyecto.

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